Contaminación por moho en alimentos comunes: riesgos y estrategias de mitigación

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Muchos alimentos básicos, desde cereales hasta especias y vino, suelen estar contaminados con toxinas fúngicas conocidas como micotoxinas. Si bien el problema es generalizado (puede afectar entre el 60% y el 80% de los cultivos mundiales, una cifra mucho más alta que las estimaciones citadas anteriormente), el grado de riesgo varía significativamente entre los tipos de alimentos. Esta contaminación plantea un riesgo oculto, aunque sustancial, para la salud.

Procesamiento de avena y cereales

La avena, a menudo comercializada como un alimento muy nutritivo, puede albergar niveles elevados de ocratoxina, un potente contaminante de moho. El método de procesamiento afecta dramáticamente su biodisponibilidad. Si bien los granos de avena intactos son la forma menos procesada, la mayoría de los consumidores comen avena arrollada o molida en cereales como Honey Nut Cheerios.

El procesamiento degrada la estructura del grano, acelera la digestión y potencialmente reduce los beneficios prebióticos. Esto es preocupante porque el almidón intacto alimenta las bacterias intestinales, mientras que la digestión rápida provoca picos de azúcar en la sangre. La avena sigue siendo la principal fuente dietética de ocratoxina para muchas personas.

Especias, hierbas y vino: contaminación oculta

Las especias, a pesar de consumirse en pequeñas cantidades, pueden contener altas concentraciones de micotoxinas. El almacenamiento adecuado (mantenerlos secos) es crucial. Las hierbas secas, como el cardo mariano, son particularmente propensas a la contaminación debido a las condiciones húmedas de la cosecha. Esto es especialmente preocupante para las personas con enfermedad hepática, ya que esta población suele utilizar suplementos de cardo mariano.

El vino, particularmente el de Estados Unidos, exhibe algunos de los niveles de micotoxinas más altos del mundo. El consumo regular de vino puede contribuir a una exposición constante en muchas personas.

Enfoques y limitaciones de la desintoxicación

Las investigaciones sugieren que la levadura puede unirse a las micotoxinas, reduciendo potencialmente su absorción. Los estudios en pollos han demostrado este efecto con la aflatoxina, otra micotoxina peligrosa. La levadura nutricional se muestra prometedora en la unión de la ocratoxina, pero la estabilidad del complejo levadura-toxina en el intestino humano es incierta.

La evidencia actual sugiere que incluso con suplementos de levadura nutricional, una sola copa de vino puede exceder los límites de ingesta diaria tolerable. El impacto real en la salud de exceder estos límites sigue siendo una pregunta clave.

El panorama más amplio

La cuestión de la contaminación por micotoxinas no es simplemente una cuestión de seguridad alimentaria; es un resultado directo de las prácticas agrícolas, el cambio climático y las compensaciones entre la eficiencia del procesamiento y la integridad nutricional.

Sin cambios significativos en la producción, el almacenamiento y la conciencia de los consumidores, la exposición generalizada a estas toxinas continuará. Esto plantea preguntas críticas sobre los efectos a largo plazo en la salud y la necesidad de estrategias de mitigación más efectivas.